Os voy a relatar los comienzos del graffiti,pues la historia moderna de graffiti se remonta a los años 60 cuando empezó en Nueva York, influído por la música hip-hop. Los primeros artistas de graffiti se dedicaban a firmas, y vivían y pintaban en Nueva York. Uno de los primeras artistas de graffiti firmaba TAKI183 y fue entrevistado por el New York Times en 1971. Su nombre verdadero era Demetrius y era un joven griego que trabajaba como mensajero en Nueva York. Pintaba su firma en todos los sitios donde entregaba documentos y paquetes. Se hizo famoso y muchos jóvenes empezaron a imitarle y a buscar sitios cada vez más difíciles y llamativos donde dejar su firma. Se llega entonces, entre mediados y finales de los 70, a la cumbre en lo que a innovación estilística se refiere cuando esta técnica del "tag" o tagging", que consistía en la firma del artista con forma de garabato, evoluciona hacia letras más estilizadas y grandes. Además de para escribir el nombre, empiezan a utilizarse para expresar ideas o declaraciones, dando lugar primero a las "bubble letters", letras redondeadas con relleno y filete, y más adelante a lo que hoy se conoce como "throw up".
Por otra parte en España los inicios del graffiti, màs precisamente el Madrid fue en La Movida de los '80 y el del personaje màs representativo de la època MUELLE. Muelle se impuso en el Madrid de los años ochenta sólo por su apodo convertido en rúbrica, una firma donde no había demasiados propósitos artísticos. La espiral terminada en punta de flecha que hacía de vector a la lectura bajo las letras, no era apropiadamente un dibujo, sino un recurso caligráfico bastante elemental. Soñaba Muelle con derechos de autor, con tener un buen local y mejores instrumentos para ensayar con sus colegas del grupo de rock donde tocaba; soñaba con poder hacer en una imprenta de verdad aquellas pegatinas que esmeradamente coloreaba a mano , y soñaba buscando incansablemente el muro limpio que se viera bien al pasar (como su última obra importante: la firma a seis colores en la M-30, ya borrada). Sus cálculos en las estaciones del subte le crearon enemigos, tanto entre el funcionario del metropolitano como entre los propios chicos del graffiti, ya que había quien iba detrás para emborronar la obra o algún imitador, que siempre detectaba. Juan Carlos Argüello, Muelle, murió a los 29 años víctima de un cáncer. El profeta de los grafiteros castizos, que adornó el Madrid de la segunda mitad de los ochenta con su peculiar marca, alumbró a toda una pléyade de guerreros del aerosol que usaban los muros de la ciudad para expresar una actitud y una ética distintas a las convencionales. Ahora, después de miles de pintadas, la herencia mural de Muelle es escasa. Pero el concejal de cultura está dispuesto a exhibir alguna de sus obras si recibe solicitudes para ello. Sería un homenaje póstumo al artista callejero que dió bastante trabajo a otro servicio municipal, el de Limpiezas. Un empleado de ese departamento se refería al artista callejero como "ése que puso de moda el bardear la ciudad".
No admitía bromas al respecto: en diciembre de 1985 Muelle registró su logotipo en la propiedad industrial, y nunca permitió que su nombre quedara vinculado a marca o establecimiento alguno. El dinero para el maletín repleto de rotuladores y aerosoles salía de su bolsillo. Incluso llegó a poner pleitos a un par de agencias de publicidad, acusándolas de haber plagiado parte de su logo. Hasta llegó a denunciar, en junio de 1988,al mismísimo ayuntamiento de Madrid, con ocasión de una ilustración en la revista Villa de Madrid que reproducía su marca. En 1987 fue sorprendido mientras plasmaba su firma sobre el pedestal de la estatua al oso y el madroño, pocas horas después del emplazamiento definitivo de ella en la entonces recién remodelada Plaza del Sol.
Multado con 2500 pesetas, Muelle defendió ardorosamente, como un moderno Veronés la validez de su arte callejero ante los tribunales. Fue un desafío para Muelle, un cebo para que el sereno de la zona se le echara encima y avisara con su walkitalkie a sus compañeros: "Atrapado el Muelle". Siete de ellos acudieron para ver al que hasta entonces no había sido más que una sombra fugaz que dejaba a su paso una estela de color; haciendo caso omiso de unas calles que a esa hora están plagadas de prostitutas y borrachos que salen de algunos de los templos de la posmodernidad, navajeros y yonkis sosegados, los serenos rodearon a Muelle; estaban entonces, según testigos presenciales, como si en una operacióm milimétricamente planeada hubieran capturado al enemigo público número uno.
Este no fue el único encuentro con los guardianes de la ley. Su primera detención se había producido cuando un guarda jurado lo pescó estampando su firma en un cartel publicitario del metro. El juez le puso una multa de 2500 pesetas, una primera multa a la que se fueron sucediendo otras hasta las 12000 pesetas, canjeables por dos días de cárcel, que pagó el mes pasado. En otra ocasión, una noche, se hallaba realizando una pintada en la zona de Embajadores.
Notó-cuenta un amigo indiscreto-que había sido controlado por un Nissan de la policía. Saltó a la moto y, callejeando, intentó una huída desesperada. Desembocó en una avenida y...¡Maldición: un semáforo en rojo! Su respeto por las normas de circulación lo puso en manos de la poli. -¿Eres tú el que estabas haciendo la pintada? -¿Qué pintada? -¡Hombre, un dibujo! -Sí, era yo. -¿Tú eres el Muelle? -Sí,¿por qué? -¿Te importaría firmarnos un autógrafo?
No admitía bromas al respecto: en diciembre de 1985 Muelle registró su logotipo en la propiedad industrial, y nunca permitió que su nombre quedara vinculado a marca o establecimiento alguno. El dinero para el maletín repleto de rotuladores y aerosoles salía de su bolsillo. Incluso llegó a poner pleitos a un par de agencias de publicidad, acusándolas de haber plagiado parte de su logo. Hasta llegó a denunciar, en junio de 1988,al mismísimo ayuntamiento de Madrid, con ocasión de una ilustración en la revista Villa de Madrid que reproducía su marca. En 1987 fue sorprendido mientras plasmaba su firma sobre el pedestal de la estatua al oso y el madroño, pocas horas después del emplazamiento definitivo de ella en la entonces recién remodelada Plaza del Sol.
Multado con 2500 pesetas, Muelle defendió ardorosamente, como un moderno Veronés la validez de su arte callejero ante los tribunales. Fue un desafío para Muelle, un cebo para que el sereno de la zona se le echara encima y avisara con su walkitalkie a sus compañeros: "Atrapado el Muelle". Siete de ellos acudieron para ver al que hasta entonces no había sido más que una sombra fugaz que dejaba a su paso una estela de color; haciendo caso omiso de unas calles que a esa hora están plagadas de prostitutas y borrachos que salen de algunos de los templos de la posmodernidad, navajeros y yonkis sosegados, los serenos rodearon a Muelle; estaban entonces, según testigos presenciales, como si en una operacióm milimétricamente planeada hubieran capturado al enemigo público número uno.
Este no fue el único encuentro con los guardianes de la ley. Su primera detención se había producido cuando un guarda jurado lo pescó estampando su firma en un cartel publicitario del metro. El juez le puso una multa de 2500 pesetas, una primera multa a la que se fueron sucediendo otras hasta las 12000 pesetas, canjeables por dos días de cárcel, que pagó el mes pasado. En otra ocasión, una noche, se hallaba realizando una pintada en la zona de Embajadores.
Notó-cuenta un amigo indiscreto-que había sido controlado por un Nissan de la policía. Saltó a la moto y, callejeando, intentó una huída desesperada. Desembocó en una avenida y...¡Maldición: un semáforo en rojo! Su respeto por las normas de circulación lo puso en manos de la poli. -¿Eres tú el que estabas haciendo la pintada? -¿Qué pintada? -¡Hombre, un dibujo! -Sí, era yo. -¿Tú eres el Muelle? -Sí,¿por qué? -¿Te importaría firmarnos un autógrafo?
Con esta anécdota curiosa otro dia os hablare mas del grafismo Xd
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